14 dic 2009

ARTICULO DE LUIS GARCIA MONTERO

Luis García Montero / Elena Martín Vivaldi (La Soledad Edificada)


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Cuando publicó su primer libro, Escalera de luna (1945), Elena Martín Vivaldi tenía 38 años y toda una vida de poeta por delante. Su vida de mujer se había despedido ya del guión elaborado por las normas sociales de la época. La revista Espadaña dio noticia de la aparición del libro, y no dudó en demostrar una vez más su despego de la moda garcilasista, criticando la abundancia de décimas y sonetos, el decorado de jacarandás y de rosas, y la perfección fría de las composiciones. El desasosegado existencialismo de Espadaña llevaba razón al anotar el formalismo limitado del libro. Pero entre los octosílabos y los endecasílabos de Escalera de luna asomaba ya la palabra de una poeta con voz real y mundo propio. En el «Soneto de la oscura morada», Elena pedía «buscadme en el dolor». La estrecha y segura senda de la vida se le había convertido en encrucijada. Sin estridencias, sin gritos, con la contención de la sinceridad y de los secretos, sus poemas iban a crecer en ese dolor, lejos del tremendismo afectado que caracterizó a algunos autores de Espadaña.

Sus poemas crecieron en la medida en que ella misma tuvo que buscar una identidad. Pese a recibir el apoyo de una familia liberal y a ser una mujer universitaria, de personalidad muy fuerte, las fronteras de la condición femenina eran estrechas y estaban bien perfiladas a principios del siglo XX, en una ciudad provinciana como Granada. Vivir como mujer significaba enamorarse, casarse, definirse en la compañía del otro y alcanzar la plenitud en el optimismo biológico de la maternidad. Un desengaño amoroso, y la falta de interés en reconstruir su futuro de acuerdo con los papeles fijados por los usos sociales, apartaron a Elena del guión que la mano de la historia había escrito para ella. Como suele ocurrir, debió encargarse entonces de escribir su propia vida, y lo hizo en forma de poemas descarnados, tan sinceros como serenos, sin piedad consigo misma y sin deseos de compasión ajena. Lo primero que tuvo que buscarse fue una identidad, porque su maniquí de mujer encaminada al matrimonio estaba desvestido para siempre. El primer gran libro de Elena, El alma desvelada (1953), da testimonio de esta búsqueda de identidad. En uno de los poemas de amor y desamor más conmovedores de la posguerra, «Presencia en soledad», confiesa la raíz biográfica de su vacío: «Tú puedes decir que no, y esconderte, / tapiar todas las puertas, / suprimir las rendijas por donde intente, pálido, / filtrarse el sol desnudo de mi vida. / Tu puedes huir del fondo de mi sueño / y evadirte de la sincera magia del recuerdo imborrable, / mientras todas las manos se tienden al vacío».

Una palabra serena, imaginativa, envolvente, en la estirpe de la poesía amorosa de Pedro Salinas, busca el revés del no y del sí, funde los sentimientos y la realidad, desborda al amante que ha sido capaz de negar por tres veces la memoria de una alianza y consolida, como ausencia, la verdad del amor. Esto supone aceptar que la intimidad se convierte en un abismo, en un hueco que debe llenarse con miradas alegóricas sobre la realidad y con ejercicios de sinceridad interior. Supone también la búsqueda de una identidad, que la poeta teje con los hilos de la soledad y la tristeza. No es que busque una identidad con tristeza y en soledad, sino que hace de la soledad y la tristeza una identidad, la condición propia del ser que se ha quedado vacío, al margen de los papeles previstos para su existencia. Sobrevivir, resistir, hacerse de nuevo, implica nacer del vacío, quedarse a solas con una misma. Queda siempre la alternativa de engañarse, de aceptar consuelos falsos. Pero la apuesta lírica por una sinceridad descarnada exige asumir la identidad de la tristeza. Elena no habla de un dolor trágico, de una agonía universal, de un desgarro cósmico. Se trata de una herida a la altura de un ser humano con nombre propio, de una mujer que ha sentido el abismo en su biografía. El poema titulado precisamente «Identidad» lo confirma: «Mi tristeza vive en mí, / y yo muero en mi tristeza. / Las dos tenemos la misma / desesperanza. Mi sangre / corre en sus venas ocultas;/ y yo siento sobre mí / el peso de su evidencia. / Las dos vamos preguntando / una por otra. Las manos / tocan los cielos perdidos / de nuestra doble constancia».

La causa y el correlato de esta tristeza es la soledad, protagonista de los libros mejores de Elena Martín Vivaldi: El alma desvelada, Cumplida soledad (1958), Arco en desenlace (1963), Durante este tiempo (1972) y Nocturnos (1981). La interpelación del mundo exterior, con ecos de realidad histórica, brota con evidencia en Durante este tiempo. Pero la soledad individual sigue dominando el corazón de los versos solidarios. «Las ventanas iluminadas », otro de los poemas más conocidos de Elena Martín Vivaldi, recoge la solidaria soledad de los que no pueden dormir, el diálogo silencioso e intuido de las horas arrinconadas del insomnio, los desvelos particulares de los que recuerdan, o temen, o sufren, alejados del sueño reparador. Las luz en la ventana no sólo descubre una soledad, sino que teje, «de una ventana a otra iluminada», una red de pensamientos desconocidos, enigmas, desvaríos, «huéspedes convergentes de tantas soledades». Igual que un poema, la noche iluminada sugiere un territorio de soledades juntas.

La presencia en lejanía, o la amistad sin tacto, de los solitarios refuerza otra de las claves de la poesía íntima de Elena Martín Vivaldi: la interpelación en intimidad del mundo exterior. Sus versos se construyen en un diálogo personal con las calles, las plazas, los árboles, el mar, la luna, el paso de las estaciones, las obras de los poetas preferidos. Las alusiones al exterior forman parte de la alegoría creativa con la que Elena intenta edificar la identidad de su tristeza. Para entender esta red alegórica y paisajística, conviene tener muy claro que las anécdotas biográficas son sólo un punto de partida y están llamadas a adquirir una significación mucho más ambiciosa. La poesía habla siempre de algo más, porque un árbol es un árbol más la creación del sentido que disponga el poema. El hueco de la identidad, provocado por el desengaño amoroso, deja muy pronto de depender de una relación fallida concreta y acaba ampliando su radio de acción. Olvidado ya el gran amor, los versos de Elena Martín Vivaldi hablan de un amor inolvidable para aludir a la carencia, a la insatisfacción, a todo aquello que nos invita a la inquietud y que se niega a reposar en una identidad satisfecha de sí misma. El libro Materia de esperanza (1968) habla, desde luego, del hijo que no se tuvo y que según los papeles prefijados para la condición femenina es indispensable a la hora de presentar una existencia en plenitud. Pero desde ahí la poesía levanta el vuelo, o se sumerge hacia el fondo del mar, para hablar del deseo, de la voluntad creativa, de la pulsión de la propia escritura. La identidad triste, solitaria y poética de Elena Martín Vivaldi señala también hacia la fertilidad costosa de los que buscan una palabra, la primera palabra, la verdadera palabra que nos salvará del vacío y fundará la realidad: «Hay tantas realidades escondidas, / ocultas por la niebla de las horas sin tiempo. / Hay una, dos palabras, millones de palabras / que esperan la sorpresa de unos labios».

La búsqueda de esta palabra domina los libros de Elena y parece inseparable de la edificación de su identidad. Sus versos convierten a la sinceridad más implacable en un recurso estilístico que conmueve y transforma a los poemas en ámbitos de secretos confesados, en el dominio de un ejercicio de sabiduría dispuesto a reconocer el insomnio, la melancolía, la insatisfacción, la soledad de una existencia «elenamente triste». Lo único que se mantiene en medio de la sinceridad desolada, pudorosa, que no admite sobrecargas retóricas, es el deseo de contar, de sobrevivir en la búsqueda de las palabras, de responder a la interpelación del mundo con un entramado alegórico en el que la lluvia, la luna, los tilos, los amarillos ambiguos de la flor y del otoño, los meses del año, pasan a formar parte de su biografía transformada en escritura. La identidad poética de Elena Martín Vivaldi se edifica cuando la anécdota deja paso a la elaboración de un mundo lírico. Ya no se trata de un amor, sino del amor. Ya no se trata de un hijo, sino del mes de abril condenado a engañarnos. Ésa es la razón «de su largo comercio con la luna», que Elena confiesa citando a Jorge Luis Borges. También es la razón de que la lectura de los paisajes se confunda con la lectura de Juan Ramón Jiménez, de Pedro Salinas, o de Virginia Woolf en el poema «Otro domingo»: «Pero ya es noche. Escribo / —y estoy sola— y el mundo / gime. Existen calles, tráfico, / enamorados, gentes, / las ciudades».

Fumaba mucho, y el humo convertía la mesa en la que estaba en un reservado. Era amable con los visitantes, pero guardaba la independencia de su vida y sus recuerdos detrás de una sonrisa. Los poetas de Granada han admirado con sinceridad la poesía de Elena Martín Vivaldi, tal vez porque la edificación de su identidad triste y lírica se llevó a cabo con pudor, sin el tremendismo que afectó a muchos de los versos aplaudidos por la revista Espadaña. La publicación de El alma desvelada en Ínsula, de Durante este tiempo en El Bardo y de la antología Las ventanas iluminadas en Hiperión, posibilitaron un conocimiento justo de la poesía de Elena más allá de las fronteras provincianas. Pero la sociedad literaria es olvidadiza, y hoy su obra está lejos de recibir la consideración que se merece. Por eso acierta ÍNSULA en la oportunidad de dedicarle unas páginas de homenaje con motivo del centenario de su nacimiento.

L. G. M.—UNIVERSIDAD DE GRANADA

BIOGRAFIA ELENA MARTIN VIVALDI

Elena Martín Vivaldi
(1907-1998)


Entre ti, soledad, me busco y muero,
en ti, mi soledad, mi vida sigo,
vencida por tus brazos voy contigo
y allí te aguardo donde ya no quiero.



ELENA MARTÍN VIVALDI, nació en Granada en el año 1907 en el seno de una familia universitaria. Su padre, José Martín Barrales, fue catedrático de Ginecología y hombre de talante progresista, por ello quizá fue una de las pocas mujeres que estudiaban en esa época.

En 1938 se licenció en Magisterio y Filosofía y Letras por la Universidad de Granada.

En el año 1942 opositó al Cuerpo de Bibliotecas, Archivos y Museos y obtuvo una plaza como archivera; en calidad de tal trabajó en Huelva, el Archivo de Indias de Sevilla y la biblioteca de la Universidad de Granada. La plaza le permitió la independencia económica necesaria para escribir y el estímulo del contacto continuado con los libros.

Fue contemporánea de algunos poetas de la Generación del 27, pero no se la suele incluir con ellos dado que empezó a escribir mucho más tarde. Publicó su primera obra en 1945 y por ello se le considera como el “enlace” entre la Generación del 27 y poetas de movimientos posteriores, como Antonio Carvajal, Luis García Montero, Rafael Juarez, Javier Egea, Luis Muñoz, etc.

Gallego Morell diría de ella:

"Elena Martín Vivaldi pertenece a una Andalucía poética que no va a remolque de Alberti o de Lorca, sino que enhebra con el aliento de Juan Ramón Jiménez y de Salinas después, y de Bécquer antes".

La poesía de Martín Vivaldi se caracteriza por un tono intimista y melancólico y un romanticismo callado donde resuena, el eco de Gustavo Adolfo Bécquer. En ella hay una fuerte presencia de la frustración vital y amorosa, pero no es una poesía pesimista sino muy al contrario es un continuo reafirmarse en la esperanza. La naturaleza, árboles y flores y pájaros sobre todo, supone una constante a lo largo de su obra, con el paisaje como reflejo del estado anímico o moral, regalando así una lección de humanidad.

Su obra poética completa se publicó bajo el título Tiempo a la orilla, en 1985. En 1988 recibió el nombramiento de Hija predilecta de Granada. Fue, así mismo,galardonada con la medalla de la Real Academia de Bellas Artes de Granada diez años después, en 1998, Elena fallecía y con ella se iba una de las voces poéticas más claras y sugerentes de la literatura andaluza de posguerra.

EL POPURRI DEL 2008

Navidad, Navidad,
hoy es Navidad
con campanas este día hay que festejar
Navidad, Navidad
porque ya nació
ayer noche, Nochebuena,
el niñito Dios.
Pastores que a Belén
queréis pronto llegar
seguid aquella estrella
que allí os guiará
Llegando le veréis
dormido en su pajar
con su dulce sonrisa
y hojas de la Paz
Navidad, Navidad,
hoy es Navidad
con campanas este día hay que festejar
Navidad, Navidad
porque ya nació
ayer noche, Nochebuena,
el niñito Dios.
La Virgen y San José
a su lado estarán,
y los tres Reyes Magos
regalos le traerán.
Incienso y mirra
turrón y mazapán
para alegrar al niño
nacido en el portal.
Arre borriquito,
vamos a Belén
que mañana es fiesta
y al otro también.
Arre borriquito,
vamos a Belén
que mañana es fiesta
y al otro también.
En el portal de Belén hay estrellas, sol y luna
la Virgen y San José
y el Niño que está en la cuna.
Ande, ande, ande, la marimorena
ande, ande, ande que es la Nochebuena.
La Virgen se está peinando
entre cortina y cortina,
sus cabellos son de oro,
el peine de plata fina.
Pero mira como beben
los peces en el río,
pero mira como beben
por ver al Dios nacido.
Beben y beben y vuelven a beber,
los peces en el río
por ver a Dios nacer.
Navidad, Navidad,
hoy es Navidad
con campanas este día hay que festejar
Navidad, Navidad
porque ya nació
ayer noche, Nochebuena,
el niñito Dios.
Pastores que a Belén
queréis pronto llegar
seguid aquella estrella
que allí os guiará
Llegando le veréis
dormido en su pajar
con su dulce sonrisa
y hojas de la Paz
Navidad, Navidad,
hoy es Navidad
con campanas este día hay que festejar
Navidad, Navidad
porque ya nació
ayer noche, Nochebuena,
el niñito Dios.

SEGUNDO VILLANCICO EL POPURRI

Hacia Belén va una burra,
rin, rin,
yo me remendaba yo me remendé
yo me eché un remiendo
yo me lo quité,
cargada de chocolate;
Lleva en su chocolatera rin, rin
yo me remendaba yo me remendé
yo me eché un remiendo yo me lo quité,
su molinillo y su anafre.
Maria, Maria,
ven a acá corriendo,
que el chocolatillo se lo están comiendo.

Campana sobre campana,
y sobre campana una,
asómate a la ventana,
verás al Niño en la cuna.
Belén, campanas de Belén,
que los ángeles tocan
¿qué nueva me traéis?
Recogido tu rebaño
¿a dónde vas pastorcillo?
Voy a llevar al portal
requesón, manteca y vino.
Belén, campanas de Belén,
que los ángeles tocan
¿qué nueva me traéis?


ANDE, ANDE, ANDE, LA MARIMORENA
ANDE, ANDE, ANDE, QUE ES LA NOCHEBUENA
En el Portal de Belén hay estrellas sol y luna,
la Virgen y San José y el Niño que está en la cuna.

ANDE, ANDE, ANDE, LA MARIMORENA
ANDE, ANDE, ANDE, QUE ES LA NOCHEBUENA


En el Portal de Belén hacen lumbre los pastores,
para calentar al Niño que ha nacido entre las flores.

ANDE, ANDE, ANDE, LA MARIMORENA
ANDE, ANDE, ANDE, QUE ES LA NOCHEBUENA

Una estrella se ha perdido y en el cielo no aparece,
en el portal se ha metido y en su rostro resplandece.

ANDE, ANDE, ANDE, LA MARIMORENA
ANDE, ANDE, ANDE, QUE ES LA NOCHEBUENA

PRIMER VILLANCICO QUE CANTA CULLAR VEGA

Dime Niño de quien eres
todo vestidito de blanco.
Dime Niño de quien eres
todo vestidito de blanco.

Soy de la Virgen María
y del Espíritu Santo.
Soy de la Virgen María
y del Espíritu Santo.
Resuenen con alegría
los cánticos de mi tierra
y viva el Niño de Dios
que nació en la Nochebuena.
Resuenen con alegría
los cánticos de mi tierra
y viva el Niño de Dios
que nació en la Nochebuena.
La Nochebuena se viene, tururú
la Nochebuena se va.

Y nosotros nos iremos, tururú
y no volveremos más.
Resuenen con alegría
los cánticos de mi tierra
y viva el Niño de Dios
que nació en la Nochebuena.
Resuenen con alegría
los cánticos de mi tierra
y viva el Niño de Dios
que nació en la Nochebuena.


Dime Niño de quien eres
y si te llamas Jesús.
Dime Niño de quien eres
y si te llamas Jesús.
Soy amor en el pesebre
y sufrimiento en la Cruz.
Soy amor en el pesebre
y sufrimiento en la Cruz.
Resuenen con alegría
los cánticos de mi tierra
y viva el Niño de Dios
que nació en la Nochebuena

Resuenen con alegría
los cánticos de mi tierra
y viva el Niño de Dios
que nació en la Nochebuena

Resuenen con alegría
los cánticos de mi tierra
y viva el Niño de Dios
que nació en la Nochebuena

QUE ES EL AGUINALDO

Los villancicos están muy relacionados con el aguinaldo ( regalo o propina que se da, generalmente en dinero, en las fiestas de Navidad ).
La costumbre de hacer regalos se remonta a los tiempos del primer rey de Roma, Rómulo. Éste recibió de sus ayudantes el primer día del año unas ramas cortadas de un frutal del bosque de la diosa Strenia. Este obsequio fue recibido como un indicio de buen augurio para el año venidero. Más adelante, este gesto se transformó en un rito que se celebraba el primer día del año, recibiendo el nombre de “ strena” , sinónimo del actual aguinaldo. Con el tiempo los regalos fueron variando y creciendo en importancia, a la vez que extendiéndose por todo el imperio. De las nueces y almendras de la Navidad medieval, el aguinaldo ha evolucionado hasta la “ paga extra “ actual.

Tradicionalmente los servidores públicos y privados ( basureros, carteros, guardias, sirvientes,...) fueron quienes comenzaron a recibir una muestra de agradecimiento en forma de regalo o propina a cambio de felicitar la Navidad a quienes servían.
Otro sistema para recaudar aguinaldos ha sido, y aún continúa siendo en ciertos lugares, el de grupos que van por las casas deseando Feliz Navidad a los vecinos y cantando villancicos a cambio de dulces navideños o monedas.

EVOLUCION HISTORICA VILLANCICO

La pieza gregoriana Puer natus est, por su alusión a la Natividad de Cristo, está considerada como uno de los primeros villancicos de la Historia. Y es que la traducción de los primeros versos latinos de este canto es: “Un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado”. Entonces, ¿cómo no considerarlo un canto navideño?

El villancico, que en sus inicios fue una forma poética española, significa como hemos mencionado con anterioridad "canción de la villa", o "canción campesina" ya que, al parecer, fue un canto rústico de villanos o aldeanos en sus fiestas; su estructura musical fue más bien sencilla y utilizada, a manera de cronismo musical, para registrar los principales hechos de una comarca.

Sin embargo, esto no impidió que, más tarde, el villancico no solo se consolidase como género, sino que se convirtiera en el arquetipo de la "canción de Navidad", hasta llegar a nuestros días como amplio repertorio de canciones (de diferente origen) que se entonan, casi universalmente, en la época navideña.

Los primeros villancicos en España fueron composiciones polifónicas a tres y cuatro voces que se encuentran recopiladas en los cancioneros españoles de la época: en el "de Palacio", el "de Medinaceli", el "de Upsala" (editado en Venecia en 1556 y denominado "de Upsala" porque el único ejemplar conocido se encuentra en la Biblioteca de la Universidad de dicha ciudad sueca), en el "de Sablonara", en el "de la Colombina", el "de Stúñiga", etc. Se recogen villancicos de los principales compositores de la época, como Juan del Encina. Su música es clara y sencilla, buscando la adaptación al texto. Nacido en 1469 probablemente en la provincia de Salamanca y muerto en León en 1529; realizó una creación con aproximación a la jugosa vena popular: la explotación hábil de los estribillos tradicionales. De su "Cancionero de Palacio" nos ha legado 68 composiciones vocales, entre las cuales existen villancicos.

Lo más curioso es que, en su origen, el tema del villancico casi nunca tenía que ver con la Navidad. Había villancicos de temática religiosa, aunque predominaban los de corte profano. Estos tenían el carácter marcado de las canciones pueblerinas: vivos, irónicos e incluso picarescos. De entre los de temática religiosa había algunos dedicados a la Virgen, a la festividad del Corpus, etc. Es importante señalar que los villancicos religiosos podrían haber formado parte de las representaciones medievales. Sin embargo, cuando éstas fueron prohibidas en los templos, quedaron como cantos sueltos navideños.

Estos cancioneros contienen buena cantidad de villancicos polifónicos cortesanos que poéticamente derivan del "zéjel" y de los géneros italianos "virelai" y "ballata", todos ellos conformados formalmente por estribillo (A), seguido de copla en dos partes (mudanza: bb - y vuelta: ba), al final de la cual se repite el estribillo (A) y sigue otra copla. Paralelamente al villancico polifónico se cuenta ya en el siglo XVI con el villancico a una voz y acompañamiento de vihuela que, a partir del siglo XVII, se acompañaría de guitarra. Desde fines del siglo XIX el nombre ha quedado exclusivamente para denominar a los cantos populares – religiosos o profanos – que aluden al misterio de la Navidad y que se cantan con el acompañamiento de instrumentos musicales populares. A partir de esta época, el villancico sufre grandes cambios pues su temática se va concentrando hacia la referencia de los elementos que intervienen en la fiesta de Navidad.

Se trataba de canciones que alternaban estribillo y estrofas. Eso no es todo. La estrofa tenía dos partes: la primera se llamaba mudanza y la segunda, vuelta.
Curiosamente, en la Andalucía árabe existía en tiempos de los troveros una composición de estructura parecida llamada zejel, que alternaba estrofas (cantadas por un solista) con un estribillo que era interpretado por el coro.

CARACTERISTICAS DE LOS VILLANCICOS

Su música es sencilla y sus letras son alegres y pegadizas. Pero aún hay muchas cosas que contar sobre ellos. El villancico es “la canción de la villa” y en sus orígenes sirvió para registrar la vida cotidiana de los pueblos. En el siglo XV se consagraría como una peculiar forma de entender las tonadillas populares de la España Medieval, dando origen y asentándose la costumbre de entonar villancicos durante las fechas navideñas. Algunas de las melodías europeas de los villancicos formaron parte de los misterios y representaciones teatrales medievales del Ciclo de Navidad. Al prohibirse éstas en los templos, quedaron como cantos sueltos que se ejecutaban con motivo de la Navidad. Pronto los villancicos se trasladarían del pueblo a la Corte, convirtiéndose en los siglos XV y XVI —junto con el romance—, en las composiciones poético-musicales profanas más interpretadas.

VILLANCICOS

Villancicos y otros cánticos navideños

Es lo que tiene esta época. Y es que en Navidad no hay gran éxito de superventas que valga. Lo que más se tararea son unas canciones populares llamadas villancicos. Esta denominación apareció en el siglo XV, aunque hay evidencias de que ya se cantaban en el siglo XIII y XIV. Desde sus inicios hasta la actualidad, los villancicos no han cambiado demasiado.

HISTORIA FELICITACIONES DE NAVIDAD

A mediados del siglo XIX surge en el mundo de las representaciones gráficas una modalidad de impreso estrechamente relacionada con diversas actividades sociales. En el ámbito de las relaciones de la vida familiar y social burguesa se generaliza el uso de una serie de elementos impresos para recordar las fechas señaladas: felicitaciones de todo tipo llegan en el día de la onomástica o del aniversario, en las fechas de Navidad o Año Nuevo, el día de los enamorados y tantas otras fiestas.

Se considera generalmente que la primera tarjeta de Navidad se editó en 1843 por iniciativa de un editor inglés, Henry Cole, que encargó unos dibujos que luego imprimió y remitió a sus amistades. Con el paso del tiempo su idea fue calando y se generalizó su empleo en Gran Bretaña y otros países europeos. Sin embargo, con anterioridad a esa fecha, se tiene constancia en España de una primera felicitación navideña impresa en 1831, obra de los repartidores del Diario de Barcelona.

Las felicitaciones de los trabajadores de oficios públicos eran repartidas por éstos con la manifiesta intención de obtener una gratificación. La llegada de la cromolitografía al mundo de las artes gráficas, a partir de mediados del siglo XIX, inunda de color las felicitaciones que cada año mandaban imprimir los servidores públicos. Serenos, panaderos, lecheros, electricistas, aprendices, barberos, repartidores de periódicos y otros trabajadores felicitaban las Pascuas por medio de tarjetas con una estética propia muy característica.

Además de las felicitaciones se empleaban otros soportes para la comunicación por escrito, como el papel de carta, las orlas caligráficas o las tarjetas postales. Por medio de todas estas formas de representación gráfica las parejas se enviaban mensajes de amor; los niños felicitaban a padres, abuelos y otros familiares; en Navidad, las empresas y los establecimientos comerciales felicitaban las fiestas a sus clientes, y los trabajadores utilizaban tarjetas para felicitar la Navidad y pedir el aguinaldo. Gracias a todas estas imágenes que forman parte de la colección de Ephemera de la Biblioteca Nacional se pueden reconstruir algunos aspectos de la vida de los ciudadanos, sus relaciones de amistad, sus actividades profesionales y comerciales, las fiestas que celebraban, los productos que consumían e incluso los periódicos que leían. En fin, todo un mundo de actitudes y pequeños gestos de las gentes que revelan el perfil de la sociedad de su época.

PREMIOS ROSA REGAS

ORDEN de 23 de octubre de 2009, por la que se convoca la IV Edición de los premios Rosa Regás a materiales curriculares que destaquen por su valor coeducativo, correspondiente al curso 2009/2010

PREMIOS JOAQUIN GUICHOT

ORDEN de 23 de octubre de 2009, por la que se convoca la XXIII edición del concurso para el fomento de la investigación e innovación educativa en sus dos modalidades, premio «Joaquín Guichot» y premio «Antonio Domínguez Ortiz», en centros docentes de Andalucía, con excepción de los universitarios, correspondiente al curso 2009/2010